Hoy en día, hay muchas posibilidades de que tengamos una cantidad interesante de perfiles en redes sociales. Con eso dicho, el mantenimiento de cada una de estas puede ser algo engorroso, y algunos usuarios prefieren sincronizar todas para mantener sus perfiles siempre actualizados con la misma información. Sin embargo, y sobre todo para personalidades y marcas, este puede ser un error importante.
Con sincronizar, nos estamos refiriendo al hecho de compartir publicaciones entre diferentes plataformas.
Una de las cosas que vemos más seguido en redes sociales es la sincronización entre Facebook y Twitter. Cada uno de los tweets que enviamos se puede enviar automáticamente a Facebook, y viceversa. Esto reside en una incomprensión elemental de la naturaleza de estas plataformas, asumiendo que, básicamente, hacemos lo “mismo” en cada una de ellas y que por ende nos podemos ahorrar un paso.
Otro de los errores más notorios es la sincronización de Twitter con LinkedIn. Esta última, con un perfil mucho más profesional, es a veces relacionada con las cuentas personales de los usuarios que, por un lado, quieren dar una imagen “seria” a potenciales empleadores, pero por otra parte no usan palabras mesuradas en su cuenta personal de Twitter. Lo que no tiene nada de malo, pero no cumple con el propósito que le habían dado a la sincronización en un primer lugar.
Antes de sincronizar nuestras cuentas de redes sociales, vale la pena preguntarse: ¿qué es lo que hacemos en cada una? ¿Queremos que esta información se vea en todas partes? ¿Compartimos los mismos contactos, que recibirán de la misma manera lo que estamos publicando? La respuesta, generalmente, será no. Las redes sociales, si bien pueden agruparse bajo este nombre tan genérico, son esencialmente diferentes. Fueron creadas con propósitos distintos, se diferencian por cuestiones elementales. Twitter no es lo mismo que Facebook, así como tampoco se usa para los mismos destinos que LinkedIn.
La forma más popular de sincronización, entre Twitter y Facebook, es una de las peores. Desde el cambio a Timeline, Facebook se ha estado encargando de que descarguemos nuestra vida completa, que armemos una especie de biografía. La idea de temporalidad es más duradera, ya el mismo concepto del nombre nos dice todo. Por otra parte, la razón de ser de Twitter es que compartamos, todo el tiempo, pensamientos breves. Las acciones de Twitter en Facebook, de hecho, serían penalizadas por EdgeRank en el feed de nuestros amigos.
La situación puede complicarse un poco más si somos una marca o una compañía pequeña. Para ahorrarnos el tiempo –o el dinero de contratar a un community manager o a una persona encargada de la gestión de redes sociales- podemos contemplar la opción de sincronización como algo válido. Pensemos por un momento esta acción: en el caso de sincronizar Facebook con Twitter, seríamos penalizados por tantas actualizaciones en poco tiempo, y no apareceríamos seguido en los feeds de los seguidores. Por otra parte, estos también se pueden cansar y dejar de seguir nuestra página.
Pasemos ahora de Facebook a Twitter. Si sincronizamos estas dos cuentas y no tenemos en cuenta la dinámica de instantaneidad de Twitter, entonces estaremos poco presentes en el timeline de los usuarios, no tendremos posibilidades de interacción, y los usuarios simplemente perderán interés en seguirnos o, peor, no sabrá quién somos cuando aparecemos en medio de sus feeds usuales.
La sincronización entre diferentes cuentas sociales tiene un único beneficio: el ahorro de tiempo. No vamos a mentir, actualizar una única vez en una red social para que esto se publique automáticamente en todas es más rápido. Pero para el ahorro de tiempo, recomendamos mejor usar un cliente de redes sociales que nos permite monitorear diferentes cuentas a la vez, de Facebook, Twitter, LinkedIn, y más. Por ejemplo HootSuite y TweetDeck no son malas opciones, y también cuentan con alternativas móviles para poder seguir todo desde el teléfono.
Como hemos visto en las líneas anteriores, sincronizar las cuentas nos trae una serie de desventajas:
via Bitelia
Una de las cosas que vemos más seguido en redes sociales es la sincronización entre Facebook y Twitter. Cada uno de los tweets que enviamos se puede enviar automáticamente a Facebook, y viceversa. Esto reside en una incomprensión elemental de la naturaleza de estas plataformas, asumiendo que, básicamente, hacemos lo “mismo” en cada una de ellas y que por ende nos podemos ahorrar un paso.
Otro de los errores más notorios es la sincronización de Twitter con LinkedIn. Esta última, con un perfil mucho más profesional, es a veces relacionada con las cuentas personales de los usuarios que, por un lado, quieren dar una imagen “seria” a potenciales empleadores, pero por otra parte no usan palabras mesuradas en su cuenta personal de Twitter. Lo que no tiene nada de malo, pero no cumple con el propósito que le habían dado a la sincronización en un primer lugar.
Antes de sincronizar nuestras cuentas de redes sociales, vale la pena preguntarse: ¿qué es lo que hacemos en cada una? ¿Queremos que esta información se vea en todas partes? ¿Compartimos los mismos contactos, que recibirán de la misma manera lo que estamos publicando? La respuesta, generalmente, será no. Las redes sociales, si bien pueden agruparse bajo este nombre tan genérico, son esencialmente diferentes. Fueron creadas con propósitos distintos, se diferencian por cuestiones elementales. Twitter no es lo mismo que Facebook, así como tampoco se usa para los mismos destinos que LinkedIn.
La forma más popular de sincronización, entre Twitter y Facebook, es una de las peores. Desde el cambio a Timeline, Facebook se ha estado encargando de que descarguemos nuestra vida completa, que armemos una especie de biografía. La idea de temporalidad es más duradera, ya el mismo concepto del nombre nos dice todo. Por otra parte, la razón de ser de Twitter es que compartamos, todo el tiempo, pensamientos breves. Las acciones de Twitter en Facebook, de hecho, serían penalizadas por EdgeRank en el feed de nuestros amigos.
La situación puede complicarse un poco más si somos una marca o una compañía pequeña. Para ahorrarnos el tiempo –o el dinero de contratar a un community manager o a una persona encargada de la gestión de redes sociales- podemos contemplar la opción de sincronización como algo válido. Pensemos por un momento esta acción: en el caso de sincronizar Facebook con Twitter, seríamos penalizados por tantas actualizaciones en poco tiempo, y no apareceríamos seguido en los feeds de los seguidores. Por otra parte, estos también se pueden cansar y dejar de seguir nuestra página.
Pasemos ahora de Facebook a Twitter. Si sincronizamos estas dos cuentas y no tenemos en cuenta la dinámica de instantaneidad de Twitter, entonces estaremos poco presentes en el timeline de los usuarios, no tendremos posibilidades de interacción, y los usuarios simplemente perderán interés en seguirnos o, peor, no sabrá quién somos cuando aparecemos en medio de sus feeds usuales.
La sincronización entre diferentes cuentas sociales tiene un único beneficio: el ahorro de tiempo. No vamos a mentir, actualizar una única vez en una red social para que esto se publique automáticamente en todas es más rápido. Pero para el ahorro de tiempo, recomendamos mejor usar un cliente de redes sociales que nos permite monitorear diferentes cuentas a la vez, de Facebook, Twitter, LinkedIn, y más. Por ejemplo HootSuite y TweetDeck no son malas opciones, y también cuentan con alternativas móviles para poder seguir todo desde el teléfono.
Como hemos visto en las líneas anteriores, sincronizar las cuentas nos trae una serie de desventajas:
- penalización de distintas redes sociales debido a un manejo incorrecto
- mala recepción del contenido
- aparente falta de profesionalismo a la hora de manejar redes sociales
- mala imagen de la marca al no interactuar con sus seguidores
via Bitelia
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